galaxias para habitar con calma

-Guillermo Rebollo-Gil

(tomado del blog de guillermo, acá)

Soy un tanquecito de amor y no tengo pelos en la lengua, pero tengo pelos en la barba. Y en la espalda. Y en las nalgas. Y es verdad, lamentablemente.

Estoy citando de una canción. Bueno, de dos y un aparte. La primera es la canción titular del primer disco de Macha Colón y los Okapi. La segunda es un numerito—así hablan los conductores de orquesta, ¿no?—que no aparece en el disco pero que tocaron en un mini-concierto en la librería El Candil en Ponce. El aparte es la verdad que compartió Macha con el público aquella noche. Afortunadamente.

En la librería había bien poquita gente de Ponce, pero sí mucha gente peluda que vino de San Juan a ver a Macha cantar. Y bailar. Y reír. Y gozar. Porque en la librería nos sentimos libres. Porque en la librería podemos bailar. Ninguna de estas cosas son necesariamente ciertas. A menos que sea sábado y Macha y los Okapi estén tocando cerquita de un árbol de papel maché que identifica la sección de literatura infantil y uno siente que sí, que las librerías son lugares para jayarse.

Estar jayao, según Macha, tiene que ver con estar en orden con el universo.Para mí, estar jayao es ser un/a animal con pelos en todas partes menos en la lengua; un universo de pelos, si se quiere, menos en esa galaxia desde la cual se habla y se canta y se cuentan las veces en que se ha sentido el amor por primera vez.

La primera vez que vi a Macha cantar fue en Río Piedras en un junte coordinando por el viejo (y tragicómico) Comité de Acción de Estudiantes de Derecho. La segunda no se dio debido a las inclemencias del tiempo. El concierto estaba pautado para un domingo al atadecer en el campamento de Playas pa’l Pueblo en Isla Verde. La tercera fue en la más reciente edición de Santurce es Ley, pero sólo llegué a tiempo para escuchar la despedida. ¿Cuántas veces he sentido a alguien despedirse por primera vez? A veces es trágico. Otras es cómico. Como dos animales peludos que se despegan luego de largo rato gozando, según el orden del universo. Según Macha, el universo de los Okapi es pequeñito. Ponce es lo más lejos que ha llegado la banda. Sin contar las galaxias, claro. Sin contar que poner a un grupo de gente peluda a bailar en medio de una librería, como si fuéramos todos y todas verdaderamente libres, es lo más lejos que nuestra especie de animal podría llegar. ¿Cuántas veces habremos de escuchar música así otra vez?

Déjate de cosas

Tú sabes la que hay

Agárrame las tetas

Y bésame que ya.

Somos animales de urgencia, curiosos tanquecitos peludos, por la calle caminando lentamente de la mano de nuestro amor.  Estamos en orden con el universo, aun cuando el país se venga abajo. Hemos imaginado galaxias para habitar con calma y no hay nada que logre despegar nuestra imaginación de nuestros cuerpos. Hemos sido trágicos montones de veces. Y cómicos, hasta lamentarnos. Y es verdad que hay muy pocos lugares donde podemos sentirnos libres. Hay muy pocos lugares donde podemos bailar sin que nos juzguen por la manera en que le pegamos el cuerpo a otro animal. Pero también es verdad que uno puede hacer un árbol de casi cualquier cosa, en casi cualquier lugar. Depende de la urgencia.

El disco de Macha cierra con una oda a los barrios, a los sitios donde la gente está, pero que apenas la dejan estar. “¡Qué buena está esta vaina!”, dice. Me la imagino cantándola en la playa, a pasos del Hotel Marriot. Las y los compas del campamento ríen y cantan. Desde la terraza del hotel los turistas los miran con indiferencia. Es para jayarse llorando. O bailando. O piqueteando. O marchando. ¿Cuántas veces nos hemos sentido así por primera vez? Ahora tenemos cómo llamarlo.

http://www.80grados.net/galaxias-para-habitar-con-calma-la-musica-de-macha-colon-y-los-okapi/ 

***Y desde acá, un poco de jayaera para todas y todos:

***y de tu-sabes-la-que-hay